Thursday, December 23, 2010

Algunas imágenes del trayecto de Houei Xai a Luang Prabang

Como dije en la entrada anterior, aquí voy a subir algunas imágenes del trayecto por el Río Mekong que hicimos a finales de noviembre después de publicar el Post "Mañana salimos de Tailandia" de este blog.

Tras una jornada de viaje por carretera, el 28 de noviembre llegamos a Chiang Khong, al lado de la frontera con Laos y lugar donde pasamos la noche tras bebernos unas birras y unos cuantos brebajes hechos con whisky y té, a los que nos habían invitado unas lugareñas simpáticas que conocimos. Pam y Pú, o algo así, eran sus nombres.

Por la mañana, y con un poco de resaca, cogimos una furgoneta (minibus) hasta las orillas del Mekong y una barquichuela estrecha y larga nos cruzó el río hasta el puesto fronterizo al otro lado. Después de haber leído lo largo que es este río, me sorprendió que apenas tuviera doscientos metros de ancho en aquel tramo. Agua del color de la tierra y corriente relativamente suave.

Ya me habían avisado en Escocia del jaleo que suponía cruzar fronteras en el sureste asiático, así que no me pilló del todo de sorpresa lo de tener que esperar tanto para que me devolvieran el pasaporte, o lo de tener que cambiar pasta a dólares americanos antes de llegar al puesto de inmigración para pagar el visado. Por algún motivo, nos dijeron que sale notablemente más barato si se paga con dólares que si se paga con Bahts, que es la moneda de Tailandia.

Tras varias horas de espera subimos al barco, que era largo y estrecho con bancos de madera dispuestos en filas laterales dejando un pasillo estrecho en el centro. Estaba ya petado de peña, algunos pasajeros sentados en los bancos y otros en el suelo. Así que como prácticamente no había sitios libres, avanzamos desde la proa hasta una especie de habitación que había en la parte posterior donde se encontraba el motor. Detrás del motor estaba almacenado el equipaje y había unas esterillas en el suelo y bastante espacio para tumbarse junto a algunos lugareños y parte de la tripulación. Al otro lado del habitáculo, una puerta daba a la popa del barco, donde había una especie de cocina.

Nos acoplamos en el suelo al lado de las mochilas y esperamos a que saliera el barco. Una de las ventajas que tiene viajar en barco o en tren respecto a hacerlo en autobús es que no tienes que estár confinado a tu asiento durante la mayoría del trayecto, así que poco después de que el motor empezara a rugir y convirtiera lo que había parecido ser la habitación de la siesta en la habitación del ruido, me puse en pié y me dí un vuelta por el barco. Después, a la popa a echar un cigarrito.

Allí había dos mujeres moviendo cachivaches y un individuo de mediana edad y un poco más bajo que yo mirando por la borda. Tenía rasgos faciales muy marcados, casi primitivos, de los que te hacen recordar al instante lo variado que en realidad es el género humano. Había cierto toque de ingenuidad infantil en su mirada y su aptitud transmitía tranquilidad. Sonrió afablemente y continuó mirando al río. Cuando me encendí el cigarro el tipo me miró como si no hubiera visto tabaco de liar durante años, así que le ofrecí tabaco y papel. Aunque creo que no entendió la parte de inglés de mi mensaje, entendió el gesto, sonrió y cogió el tabaco.

Yo había supuesto que, siendo los cigarrillos liados manualmente más tradicionales que los de fábrica, y siendo la cultura del menda, su forma de vida y su aspecto más tradicionales que los míos, el pibe sabría liarse un cigarro, aparte de la seguridad con la que aceptó el tabaco y el papel, pero cuando ví la forma en la que intentaba enrollarlo me sorprendí tanto que me tuve que reír. Cuando tenía el tabaco en el papel trataba de rularlo contra el suelo presionando con la palma de la mano. Lo hizo varias veces sin éxito, pero insistiendo consiguió empaquetar el tabaco en una especie de cigarro deforme, roto e infumable.  

Tal vez me había mirado sorprendido al ver el cigarro liado a mano, no porque hiciera mucho que no lo veía, sino porque no lo había visto antes, y cuando le ofrecí, aceptó por cortesía. No sé. El caso es que al final cogí un papel nuevo, lié el cigarro y se lo dí. La comunicación verbal era prácticamente imposible, pero aún así me cayó bien.

El paisaje que me ofrecía el río en esos primero kilómetros no me estaba sorprendiendo mucho, así que pasé a la habitación del ruido. Esther parecía dormida entre el montón de mochilas y yo me tumbé cerca de ella. No parecía fácil dormir entre la vibración y el ruido del motor, pero aún así creo que sobé un rato.

Cuando desperté, había más gente durmiendo en las esterillas. Pegados a mi lado izquierdo, una mujer con su hijo pequeño abrazado a ella, ambos durmiendo. A mi derecha, Esther y el montón de mochilas. Yo me levanté y salí a la popa del barco de nuevo y entonces sí que me gustó el panorama que me ofrecía el río.

Nos habíamos alejado de la zona fronteriza y las poblaciones correspondientes, y los alrededores del Mekong se habían vuelto frondosos y selváticos. El balcón de la popa me enseñaba un entorno que podía haber estado igual durante siglos. Me ofrecía la sensación de estar adentrándome en un terreno alejado de la civilización. Cada segundo que pasaba yo me encontraba lo más al este que jamás había estado y sabía que mucho de lo que me rodeaba es territorio prácticamente virgen en el siglo veintiuno.

No era sólo lo que se veía a primera vista, ni el río en sí, sino lo que había más allá de sus orillas. Muchos kilómetros cuadrados de selva sin vías de comunicación. Me resulta reconfortante saber que en Laos aún existen selvas inmaculadas cuyo acceso está realmente restringido por su espesura.

El barco avanzaba lentamente sobre la corriente mientras exuberantes formas vegetales se dejaban ver a ambos lados. Arboles que parecían auténticas esculturas creadas con una consciencia estética. Colinas y montañas completamente cubiertas de verde que asomaban por encima de los árboles en un segundo plano. En ocasiones imaginaba estar en alguna de esas cimas y mirar hacia el lado opuesto al río. ¿Qué se vería desde allí? sólo selva, supongo. Cogí mi cámara e hice algunas fotos.

Agua, sus corrientes y reflejos; luces y sombras en la vegetación; cielo, nubes y sol; rocas de diferentes formas saliendo del agua; montes atestados de bosque. Entre tanto elemento natural, cada cierto tiempo veías algo cuyo origen era humano y entonces recordabas que en realidad estabas recorriendo la autopista de la zona. Podía ser una bolla hecha con botellas de plástico indicando una zona poco profunda del río, una red de pescador, un pescador en su pintoresca barquichuela o incluso un poblado de bambú a las orillas.

El barco avanzó durante horas sin que mucho cambiara del panorama exterior. Más selva, más curvas en el río más personajes en barquichuelas y más cabañas de bambú conforme nos íbamos acercando al pueblo donde pasaríamos la primera noche del recorrido por el río: Pak Beng. 

Esther se fue a la parte delantera porque decía que estaba harta del ruido del motor. La verdad es que unas seis horas en una habitación donde tienes que gritar para entenderte puede ser atronador. Yo alterné visitas aquí y allá. En la parte delantera del barco había unos cuantos turistas europeos, americanos y australianos, algunos de ellos privando y haciendo un poco el notas, y en cierto sentido me parecía menos ruidosa la parte del motor y la cocina, aunque no fuera así si se hubiera medido en decibelios.

Poco después de ponerse el sol pero aún con luz en el cielo, llegamos al pueblo. El barco paró en un puertecillo junto a otros barcos similares  y salimos pasando con las mochilas sobre un madero colocado entre la proa del barco y la tierra de la orilla.

El pueblo consistía prácticamente en una calle y para ser tan pequeño, parecía tener cierta afluencia turística puesto que había numerosas posadas y hostales. De hecho había niños y jóvenes del pueblo a la salida del barco ofreciéndote habitación en este o aquél hostal. Pillamos uno básico de unos dos euros por cabeza.

A la mañana siguiente fuímos al embarcadero sobre las ocho y media, que era la hora a la que se suponía que saldríamos y nos indicaron subir a un barco más pequeño que el del día anterior en el que también había menos gente. Pillamos un buen sitio en la parte delantera y esperamos a que zarpara. Ahí empezamos a comprobar cómo funcionan los horarios de transportes en Laos. Parece ser que el motor estaba jodido, pero en lugar de comprobarlo o arreglarlo antes, lo empezó a arreglar un menda cuando estaban los pasajeros a bordo. Cerca de una hora y media después salimos hacia el este de nuevo.

Poco a poco, los asentamientos humanos se fueron haciendo más y más dispersos hasta que de nuevo, sólo estaba el barco, el río y la selva alrededor. Bello escenario durante horas. A veces me quedaba observándolo durante largos ratos y a veces visitaba diferentes partes de la embarcación, salía por fuera u observaba el funcionamiento del motor. También estuve jugando al Mús con Esther, que aunque entre dos no mola tanto, mi intención es enseñarla a jugar por lo que pueda pasar. Ya se sabe, al fin y al cabo el Mús es cultura.

En el último tramo del trayecto, antes de llegar a Luang Prabang ya se empezaba a apreciar la influencia humana en el río y sus alrededores. Más pescadores, más barcas y más cabañas. Algunas calvas en los bosques cercanos a los poblados, huertos cerca de la orilla y alguna que otra botella de plástico flotando. Parece que el hombre, aún en pequeños asentamientos no le viene del todo bien al entorno. Por supuesto no es el impacto producido por una ciudad, pero parece una regla: a más gente, más necesidad económica y más explotación del entorno. Tal vez seamos el cáncer irremediable del planeta, no lo sé.

Leí que cerca del 85 por ciento del territorio de Laos está cubierto por vegetación, lo cual me pareció un tesoro. Pero no me refiero a un tesoro en su acepción económica como algo provechoso que no tiene dueño y de lo que uno se puede beneficiar de una forma monetaria, sino a un auténtico tesoro de vida y diversidad natural. Sin embargo, no sé si la máquina de la economía entiende la diferencia, ni si Laos seguirá estando entre los veinte países más "pobres" del mundo por mucho tiempo, pero parece ser que a tiempo que el país ha tenido un crecimiento económico notable durante los últimos años en comparación con otros países asiáticos, la deforestación ha empezado a aparecer seriamente. Bueno, al menos, el país cuenta con un sistema de espacios protegidos que abarca cerca del veinte por ciento de su territorio, lo cual no está mal. 

Después de estas consideraciones medioambientales y de un Post bastante largo, voy a ver si subo unas cuantas imágenes de las recogidas en el Mekong. Agradecimientos sinceros a quien haya leído esto, si es que lo ha leído alguien, por aguantarlo como yo aguanté el ruido del motor durante horas.


Arboles-cogollo

La cocina del barco (y Esther durmiendo sobre las mochilas)

La cocina del barco 2

Siestas a bordo

Vegetation by the Mekong 1

Vegetation by the Mekong 2

Motor del barco

Los del río

A nuestras espaldas

Río, piedras y vegetación

Orilla selvática

Poblacho

El barco

Budistas en la costa

Budistas en la costa 2

¡Qué sueño da este curro!

La 484 del Mekong

Atravesando un remanso (desde el tejado del barco)

Pescador

Antes de llegar a Luang Prabang (donde el río va hacia el oeste unos kilómetros)

Habitante del río

Wednesday, December 22, 2010

Unas fotos del norte de Tailandia

Aún sigo creyendo que soy capaz de poner esto al día y subir las fotos acumuladas que quiero incluir aquí, para que cuando cuente algo tenga más relación con las imágenes que acompañan al texto. Para eso, tengo que aprovechar la conexión cuando tengo una linea de Internet a mi alcance y ponerme a subir fotitos del tirón. Ahora tengo una línea que funciona bien y unas cuantas fotos en el disco duro, así que ahí van.

Corresponden a Chiang Mai (norte de Tailandia) y al trayecto hasta la frontera con Laos. A ver si ahora en un rato puedo subir otra entrada con fotos que hice después de entrar a Laos y el trayecto por el Mekong hasta Luang Prabang.

Ahí van estas por el momento.

Mercado en Chiang Mai

Don't come elose...

Esto son unos manantiales de aguas termales a unos kilómetros de Chiang Mai. El error tipográfico del texto en inglés del cartel es sólo un ejemplo de los muchos que hay en carteles, señales, folletos, menús de restaurantes, etc. Si yo tuviera que hacer un cartel en su idioma no sé si ni siquiera diferenciaría las letras.


Fauna foránea en piscina de agua mineral

Ser de agua caliente

Ser de agua caliente 2

Taxisssss


En la moto hasta el perro                                                                 Aprendices de budistas

Wat Rong Khun or The White Temple on our way to Chiang Rai

Hasta los peces son blancos aquí

Esculturas blancas

La siestuki

Sunday, December 12, 2010

Bus en Laos 2010, una odisea del despacio

Me encuentro en el pueblo de Pakse al sur de Laos. Son las 4:17 de la tarde (las 9:17 am en Canarias) y tengo que decir que nos hemos levantado hace un rato. No es la hora habitual, pero resulta que ayer estuvimos de viaje casi todo el día y toda la noche para venir desde Ban Na Hin, que está a menos de 500 kilómetros al norte de aquí, y hemos llegado sobre las 5.30 de la mañana a este pueblo.

Ayer decidimos movernos hacia el sur para después cruzar a Vietnam por aquí. Habíamos oído hablar bien de los alrededores de Pakse, así que tras el almuerzo, cogímos los macutos y nos fuímos a la "estación de autobuses" del poblacho, consistente en dos bancos enfrentados bajo un tejadillo en la polvorienta calle principal, e intentamos informarnos sobre cómo llegar aquí.

Encontrar a alguien que hablara unas palabras de inglés era todo un logro, así que combinando varios intentos, comunicación por señas, palabras sueltas del idioma de aquí y de inglés, y la a veces universal forma de pronunciar nombres de pueblos, nos enteramos de que había que pillar una especie de Tuk Tuk hacia el oeste hasta la intersección entre la carretera 8, que es la que pasa al lado del pueblo, y la carretera 13, que hacia el norte va a la capital y hacia el sur viene para acá. Vamos, la columna vertebral de las comunicaciones por tierra en el país. En esa intersección, pararía un autobús con dirección al sur que tendríamos que coger y pagar a bordo.

En lo que cantaban unos cuantos gallos, pasó un Tuk Tuk cuyo conductor nos indicó que iba para allá, así que nos metimos con las mochilas en la especie de remolque que tienen estos trastos y nos pusimos en camino. Flipante trayecto de no sé exactamente cuánto tiempo. Tal vez una hora o tal vez dos, pero pasó volando. Me salí por fuera de la parte de atrás del remolque para observar mejor el espectáculo de elementos naturales y humanos que desfilaban alejándose de mí según el ruidoso vehículo avanzaba a mis espaldas. Un lugareño que también viajaba en el remolque me ofreció whisky y un cigarro y estuvo intentando enseñarme a contar en su idioma. Se me han vuelto a olvidar la mitad de los número, por cierto.

Llegamos a la intersección, nos indicaron sonrientemente dónde paraba el autobús hacia el sur y nos bajamos del Tuk Tuk. Poco después de comprar agua y algo de comida en un chiringuito al borde de la carretera vimos acercarse un autobús grande y viejo con un menda gritando "Pakseeee" desde la puerta abierta mientras se frenaba el cacharro.

El autobús estaba lleno. Sólo un asiento libre, que dejé a Esther y yo me senté en un taburete de plástico en el pasillo. Se suponía que tardaría unas diez horas, pero imaginé que pararía en varios sitios y podría sentarme en una butaca cuando bajara alguien.

En algo menos de dos horas de baches y botes en el puto taburete llegamos a Tha Khaek, donde se bajó bastante gente y pillé un sitio guapo alante del todo. Dejé mi mochila de mano y salí a echar un cigarrito. De nuevo, no sé cuanto tiempo estuvimos parados en la estación de Tha Khaek, pero yo creo que bastante más de una hora. Como decía en un Post anterior: el tiempo en Laos es distinto. Recuerdo preguntar algo así como "The toilet?" a un menda que podría ser el conductor y él me señalaba la escalera de entrada al autobús, como si nos fuéramos a ir ya. Pero no, supongo que no había entendido la palabra porque no se movía ni diós en bastante tiempo y desde luego ese autobús no tenía servicio.

Se hizo de noche y observé que estaban intentando arreglar algo del autobús. Miraban en el motor y comprobaban las luces, pero sólo se encendían las de posición. Después de comprar algo de fruta que vendía una niña, hablar con dos o tres personas que chapurreaban algo de inglés y varios cigarrillos de espera, gritaron algo en el idioma Lao y la peña se empezó a subir al gran cacharro. Yo estaba en la parte delantera, justo en la planta encima del conductor con la luna frontal delante, pero la visibilidad no era muy buena porque aparte de ser cristal ahumado, estaba cuarteado y lleno de grietas por una hostia. Pero podía ver algo de la carreterucha delante y la luna en cuarto creciente con la parte inferior iluminada y las dos puntas hacia arriba. Es curioso porque desde España se ve bastante más inclinada. También podía ver la pobre iluminación que tenía el bus. Creo que iba sólo con las luces de posición.

Al poco rato de salir hacia el sur a una velocidad de coña, supongo que por la falta de visibilidad del conductor, se apagaron de pronto las luces y el bus salió del camino y paró.

Otro ratazo fuera del autobús, cigarrito, charla poco fluida con un menda que hablaba algo de inglés y que decía que era madero y que curraba demasiado y no sé qué más y los conductores metiéndose debajo del autobús y en el motor para arreglar las luces.

Cuando consiguieron que funcionara el alumbrado del dinosaurio, continuamos la marcha con la música, que parecía una especie de rock ochentero cantado en Lao, y el aire acondicionado a toda pastilla. Le cambié el sitio a Esther porque tenía frío en el suyo y después de unas horitas de más baches y música un poco infernal en ocasiones me dí cuenta de que había estado durmiendo un tiempo pero me había despertado, no sé si debido a un repentino e inusual silencio en el habitáculo. El autobús estaba parado fuera de la carretera. Parecía tratarse del motor en esa ocasión.

Creo que era más de la una de la mañana y después de un largo rato pareció que habían reparado lo que fuera y el bus continuó con sus luces de posición hacia el sur. Yo me dormí y a las horas me despertaron unos gritos diciendo "Pakseee".

Esther me dijo que eran las cinco y media y pensé: más de catorce horas en este cacharro para cubrir algo más de 400 kilómetros, pero es destacable que siendo todos los pasajeros locales excepto nosotros, o al menos eso parece, no se ha quejado nadie en absoluto así que supongo que es algo habitual en este país. Un autobús así no pasa la ITV en Europa ni por asomo. A primera vista iría al desguace. Pero por supuesto, esto no es Europa, esta es la forma de aquí, y en muchas cosas tiene más sentido que la forma europea.

Salimos del autobús a las afueras del pueblo justo antes del amanecer y nos acercamos a un Guest House cuya dirección había visto en una guía, pero estaba completo, así que la muchacha de recepción me pasó una lista con los otros cuatro que se supone hay en Pakse. Esther se quedó con las mochilas en un banco del jardín y yo me dí una vuelta por el pueblo para encontrar habitación. Visité los lugares de la lista mientras me amanecía y empezaba a ver movimiento de gente. En poco más de media hora pasé de estar caminando solo en la oscuridad de las calles a encontrarme con un pueblo al sol de la mañana y sus madrugadores niños y adultos comenzando el día. Es curioso lo que madruga aquí la gente. Sale el sol sobre las seis y enseguida está la peña fuera.

Encontré este hostal donde estoy, que está bastante bien y es barato, nos fuimos a desayunar y a sobar sobre las ocho o las nueve de la mañana. ¡Trayecto largo!

Bueno, después de esta charla sobre el trayecto de ayer, voy a ir para la calle principal a ver si veo a Esther, que se ha ido para allá a tomar un café o un té o algo. Hay un ciber por allí, así que a ver si luego pongo online esto y los dos Posts aneriores y subo aquí unas fotillos del norte de Tailandia.

El carro de la compra

Dragones

Monje budista

Templo en Chiang Mai

Praying

Este menda no respira (De hecho era de cera)

Una especie de restaurante

Que bella campiña

Huts by the lake

Youngsters releasing a sky lantern

A sky Lantern floating away

Esther soltando una "Linterna del Cielo"

Una moto para mas de 600Kms y poder ampliar la estancia en Tailandia

Cerca de Chiang Mai

Nuestra motico para ir a la frontera

Gasolinera

Gasolinera y el "Depaso"

¡Hay una mariposilla en el lavabo!

En la frontera con Myanmar

Camión circulando                                                             CocaCola también está en Myanmar

Un pueblo, una situación, una mirada